María: la auxiliadora, la represora

Hoy, 24 de mayo, se celebra en varias partes del mundo la fiesta de María Auxiliadora con su misa y la tradicionalmente pomposa procesión en donde se lleva en andas a la estatua de ésta, rodeada y seguida de devotos hijos que felices van recordando un ícono bonito de la niñez. El espectáculo de ver a tanta gente reunida para rendir homenaje a una imagen no deja nunca de ser, en cierta forma, triste.

Hela ahí como madre de unos hijos que nunca quisieron crecer.

En cualquier caso, cada quien es libre de creer en la insensatez que prefiera, aún si ésta es una supuesta virgen que parió a un dios y que, algunos siglos después, a un Papa se le ocurrió que subió a los cielos. Para quien está acostumbrado a la jerga propia de este culto, la palabra “Virgen” ya no es más que un añadido al título de la fabulosa supuesta madre de Cristo. Pero para quien lo ve desde fuera, esta idea de que la mujer más sublime sea una virgen trae un significado mucho más grande.

Una de las cosas que más le indigna a occidente de la cultura musulmana son los “asesinatos de honor”, que por lo general se aplican a una mujer que ha manchado el honor de la familia, ya sea teniendo relaciones sexuales con alguien a quien ésta no aprobaba o simplemente vivir a la usanza occidental. El que estas mujeres manejen su sexualidad de un modo distinto al que su cultura dicta las hace acreedoras de un castigo tan fuerte y tan influyente que en muchas casos la misma familia no duda en aplicar. Y es que en esa cultura, el honor parece encontrarse entre las piernas de una mujer.

Shafilea Ahmed, asesinada por manchar el honor de su familia al vestirse con 

ropa occidental y querer salir con chicos de su edad

Lo mismo pasa cuando una se pone en un lugar supremo a una supuesta virgen. En una sociedad en donde se acepta que aquella figura es el ideal de mujer que todas deben ser, el que una mujer transgreda esa norma causa un rechazo casi inmediato en quienes comulgan con tal ideal. Y es entonces cuando nacen los apelativos de “zorra”, “puta”, “regalada”, “rufla” y demás, dependiendo del lugar. No se le arrojará ácido a la cara, pero el rechazo de la sociedad es otra forma de castigo al atrevimiento de una mujer de haber tomado las riendas de la propia sexualidad. Esa Virgena, auxiliadora para unos, termina siendo (o quizás siempre lo fue) represora para otras.

Atrevimiento por partida doble que en otro tiempo 

la habría mandado a la hoguera

Si bien esto puede ser una opinión personal, no se tarda mucho en saltar al ámbito público. Es gracias a este ideal de que la mujer debe ser lo más virginal posible, que cuando alguna mujer sufre un crimen de naturaleza sexual, no se deja de echarle la culpa a ésta si es no guardaba los parámetros de mujer virginal. Un buen ejemplo es el enfoque que la revista del cardenal español Rouco Varela le da a la violación:

"¿No debería equipararse a otras formas de agresión, como si, por ejemplo, obligáramos a alguien a divertirse durante unos minutos? ¿Por qué tanta disparidad en las condenas?", se pregunta Benjumea de la Vega en un texto titulado La violación, ¿fuera del Código Penal?

"Cuando se banaliza el sexo, se disocia de la procreación y se desvincula del matrimonio, deja de tener sentido la consideración de la violación como delito penal", prosigue el redactor jefe del semanario, distribuido conjuntamente con el diario ABC y editado por la Fundación San Agustín (Arzobispado de Madrid).

Para la iglesia católica (principal promotora de la imagen de la Virgen María) el que la propia persona decida cómo, cuándo y con quién tener relaciones sexuales es “banalizar el sexo”, y por lo tanto, no tiene sentido penalizar la violación. Y no creo que sea necesario especificar que son las mujeres quienes sufren la mayoría de violaciones. Es decir, si no se van a comportar como vírgenes, no podrán quejar cuando alguien las viole. He ahí el resultado de tener una virtuosa virgen como ideal en una sociedad.

Es esto lo que me viene a la cabeza cuando vea una imagen de la Virgen María. Seguramente para los fieles que borregamente siguen el anda, estas ideas ni les pasarán por la cabeza. O tal vez se encuentren de acuerdo con la revista del cardenal español. Y es que cuando el ideal de mujer es aquella que reprime su sexualidad y sus deseos para poder satisfacer un ideal impuesto por una sociedad tradicionalmente machista, entonces esa ciudadana pasa a ser de segunda clase y si desea salir de ahí, que afronte los adjetivos de “puta”, “zorra” y “regalada”. A ver si algún día la María auxiliará a esas mujeres.