"Amarás a Loki sobre todas las cosas..."

Gracias a toda la expectativa y fanfarria armada por la industria cinematográfica y en especial a las previas películas, no podía dejar de ir a ver The Avengers.

Pude haber usado la imagen promocional que todos conocen, 

pero me gustó más ésta.

No soy un gran fan de los comics (y no me considero uno solo por haber visto estas películas), pero la verdad es que me gustó bastante. Tal vez no sea una película muy profunda o no sea algo más que un generador de dinero tremendo, pero divierte y cumple su cometido. En fin, a lo que iba.

La trama de The Avengers gira alrededor de la intención de Loki de ser el amo del mundo (bien original el tipo) además de su venganza contra Thor. Loki deja bien claro su propósito en su discurso donde dice, frente a un gran grupo de gente:

“Arrodíllense ante mí. Dije, arrodíllense! ¿No es así más simple? ¿No es éste su estado natural? Es la verdad silenciosa de la humanidad el que desee la subyugación. El brillante resplandor de la libertad disminuye la felicidad de su vida a un loco estertor por el poder. Por una identidad. Fueron hechos para ser gobernados. Al final, siempre se arrodillarán”

En otras palabras, Loki quiere que se arrodillen ante él. ¿Acaso no suena a…

¡Vengan, y rindámosle adoración!
¡Arrodillémonos delante del Señor, nuestro Creador!
El Señor es nuestro Dios,
y nosotros somos el pueblo de su prado;
¡somos las ovejas de su mano!
(Salmos 95, 6-7)

O a…

¡Tributen al Señor la honra que merece su nombre!
¡Traigan sus ofrendas, y vengan a sus atrios!
¡Adoren al Señor en la hermosura de la santidad!
¡Tiemblen ante él todos en la tierra!
(Salmos 96, 8-9)

Ver a Loki conminar a los seres humanos a que lo adoren y se pongan a sus órdenes no fue distinto a escuchar a los pastores de Dios conminarnos, Biblia en mano, a que creamos en Dios, que nos arrodillemos humildemente ante éste y que nos dejemos llevar por lo que quiere que nosotros hagamos.

La megalomanía de Loki y la del dios cristiano es exactamente la misma. Por sus palabras se nota que ninguno piensa que está haciendo mal; al contrario, piensan que están en todo su derecho al pedir ser adorados y de gobernar a los seres humanos. Por supuesto, ambos son seres ficticios, y nadie en sus cabales diría que Loki existe y que hemos de rendirle pleitesía.

Pero eso no pasa con Dios. Oh no. A fuerza de tradición, prepotencia y pereza mental se nos ha hecho normal y hasta lógico el que sus representantes, conocedores de lo necesario para engatuzar a los más necesitados e ignorantes, nos pidan (y hasta hace cierto tiempo nomás, que nos ordenen) que debemos inclinarnos y adorar a su dios, un dios megalómano y vanidoso como el Loki de la Marvel, y al igual que éste, ficticio.

Thor, por otro lado, vino de los cielos y formó una alianza con los seres humanos, se mezcló con ellos, fue su igual y al final, no pidió nada a cambio. Regresó a Asgard sin pedir que lo recuerden o que se haga su voluntad. Ese es un dios que podría adorar, si es que no fuera ficticio, claro está.

Alabado sea Thor.