Hoy 8 de diciembre se celebra la Inmaculada Concepción, que nos recuerda lo especial y “pura” que es la Virgen María. Si bien la mayoría de protestantes no ve con muy buenos ojos la “adoración” de la Virgen (o cualquier santo), en el mundo católico esta sigue muy en boga, especialmente debido a las “apariciones” de la virgen, entre las cuales una de las más famosas y significativas para Latinoamérica es la de la Virgen de Guadalupe.
Imagen gracias al Papá Escéptico
La “historia” oficial es bastante conocida (hasta dibujos animados he visto sobre esta), pero aun así, refresquemos un poco la memoria: En 1531, el indígena Juan Diego caminaba por lo que es hoy la ciudad de México, en la montaña de Tepeyac, cuando vio una brillante figura femenina que se identificó como La Virgen María, y le pidió construir una iglesia en ese lugar. Juan Diego se lo fue a decir al arzobispo de México, Juan de Zumárraga (1468-1548), quien no le creyó. Entonces regresó y le pidió a la Virgen un milagro para probar que era quien decía, y esta lo mandó a recoger flores a al punta de la montaña. Al ser invierno, no habrían flores, pero aun así Juan Diego las encontró. La virgen las envolvió en su túnica, y cuando se las mostró al arzobispo, este las identificó como rosas de Castilla, las cuales no existen en México. Pero lo más asombroso fue que la túnica estaba impresa con la imagen de la Virgen.
Tengo que admitir que a mí me gustaba la historia. Aunque claro, tenía 6 o 7 años.
La historia es simpática y ciertamente muy útil a la hora de evangelizar en un territorio nuevo como lo era México en el siglo XVI. Sin embargo, como todo “milagro” hay varias cosas que no cuadran y que la devoción a tan simpática historia ha hecho que se evite cuestionarlas. Afortunadamente, Brian Dunning del podcast Skeptoid se embarcó a buscar dichas inexactitudes.
En primer lugar, varios historiadores describen al arzobispo Zumárraga como un prolífico escritor; sin embargo, en ninguna de sus cartas se menciona a Juan Diego o a las rosas. ¿Por qué un obispo habría de omitir un hecho tan importante en sus escritos, más aun si este fue uno de los protagonistas de tal historia?
En segundo lugar, hemos de recordar que el conquistador de México, Hernán Cortes, nació en Extremadura, donde era devoto de la Virgen de Guadalupe de Extremadura, la cual es una estatua de la Virgen negra. Cortés trajo reproducciones de dicha estatua y su piel oscura se convirtió en un icono perfecto para los misioneros que seguían a Cortés, a la hora de evangelizar a los nativos.
Virgen de Guadalupe en Extremadura, la cual se ubica en (oh, sorpresa)
el Monasterio de Guadalupe, en España
Uno de estos misioneros era Fray Pedro de Gante, un monje Franciscano belga que aprendió el idioma de los nativos y fundó la primera escuela al estilo europeo en México, San José de los Naturales. Uno de sus mejores estudiantes era un joven azteca al que se le dio el nombre “cristiano” de Marcos Cipac de Aquino. En 1555, el sucesor de Zumárraga en el arzobispado de México, Alonso de Montúfar, estaba buscando alguien que pinte una Virgen María para usarla como ayuda a la hora de convertir Aztecas al cristianismos. Montúfar encontró a Marcos en la escuela de Gante y le encargó pintar una Virgen, la cual fue pintada con piel oscura, la cabeza ligeramente inclinada y las manos juntas en oración (ojo a ese detalle) en una tela de fibra de cactus. La pintura fue llamada “Virgen de Guadalupe” debido a la que trajo Cortes de España a pesar de que la pose es distinta. Esa pose, sin embargo, no es una pose original debido a que se ve en la pintura de A Lady of Mercy, pintada en 1430 y atribuida a Bonanat Zaortiga.
En otras palabras, no hubo nada nuevo bajo el sol.
El uso de esta pintura por Montúfar no fue casual. Antes de la llegada de los conquistadores, Tepeyac servía como lugar para el templo de los aztecas en honor a su diosa virgen, Tonantzin. Así que en lugar de reemplazar a Tonantzin, Montúfar le dio un nombre y un rostro. Este proceso, de usar una creencia previa y fusionarla con una nueva, lo conocemos como sincretismo y ha servido para transformar fiestas e ideologías paganas en cristianas a medida que el cristianismo se iba extendiendo.
El uso de dicha pintura no le cayó en gracia a todos, especialmente a los Franciscanos, mientras que muchos Dominicanos la recibieron bien al haber ayudado a bautizar casi 8 millones de aztecas. Este desacuerdo nos sirve para corroborar la existencia de la pinturas de Marcos cuando en 1556 dos franciscanos enviaron declaraciones juradas de su preocupación sobre el uso de tal pintura al pensar que podría llevar a los aztecas a volver a sus ritos antiguos. En el otro lado estaba Montúfar, quien obviamente veía con buenos ojos el uso de la pintura, por lo que autorizó la construcción de una gran iglesia para venerar la pintura en el lugar donde había estado el templo Azteca.
Y hasta ahora, ninguna mención de Juan Diego, de la aparición milagrosa, ni de las rosas, lo cual es inconcebible de haber en verdad sucedido. Esto nos hace suponer que la historia de Juan Diego aun no habría sido inventada.
La leyenda también pudo haber sido así
La leyenda tuvo su primer atento de encontrar veracidad en 1995 cuando un jesuita llamado Javier Escalada presentó una piel que mostraba una escena de la leyenda. Esta piel ha sido llamada el Codex Escalada. El Codex menciona varias personas reales, entre ellas al historiador franciscano, Bernardino de Sahagún quien la firma en 1548. Básicamente se convirtió en la prueba máxima de que la historia de Juan Diego era aceptada durante todo el tiempo. Sin embargo, ningún historiador ha probado su existencia. Uno de los mejores análisis fue hecho por Alberto Peralta del Proyecto Guadalupe, quien debido a sus inconsistencia y a lo dudoso de su procedencia, concluye es imposible que el documento sea auténtico.
Ahora, si la pintura es tal cosa y no una aparición milagrosa, lo necesario es probarlo científicamente, pero eso no se ha permitido. El examen más notable ha sido una sesión de 3 horas de rayos infrarrojos en 1981 por Philip Callahan quien notó múltiples capas de pintura cubriendo cambios en las manos y la corona, pero salió con más preguntas que respuestas. Por ejemplo, Callahan encontró que la mayor parte de la pintura fue hecha con un solo pincelazo. Por esto recomendó más tests, pero solo uno fue permitido por la iglesia, el cual fue un examen espectrofotométrico, en el cual no se halló nada inusual.
De la misma forma mucho se ha hablado de lo que supuestamente se refleja en los ojos de la Virgen, con algunos incluso afirmando que se puede ver a Zumárraga, Juan Diego, u otros personajes de la leyenda. La iglesia incluso hizo que en 1956 dos oftalmólogos examinaran los ojos luego de magnificarlos 2500 veces. Según dijeron, había un grupo de figuras entre aztecas y franciscanos. Sin embargo, imágenes tomadas por otro oftalmólogo en 1979 no revelan más que imágenes sin ton ni son que pueden interpretarse al gusto del observador.
Finalmente, y quizás lo más triste del asunto, es que además que los devotos de la Virgen de Guadalupe no conozcan los hechos detrás del supuesto milagro, no le esté rindiendo homenaje a quien debidamente se lo merece. La imagen de la Virgen de Guadalupe fue pintada por un indígena azteca e influenció tremendamente la historia de México y de gran parte de Latinoamérica. Y quien quiera conocer a fondo sus raíces nativas o mexicanas necesita conocer estos datos y poder reconocer el arte de Marcos Cipac de Aquino, así como la leyenda de Tonantzin, quien luego sería convertida en la Virgen de Guadalupe. Lamentablemente, la conquista del nuevo mundo y la prédica de la religión católica llevaron al olvido a estos personajes, que históricamente no dejan de ser importantes.
Él no olvida a su Virgen de Guadalupe
Es así que al ver la imagen de la Virgen de Guadalupe, no debemos de quedarnos en la simple idea de la farsa que es, sino tomar en cuenta que fue una obra de arte de quizás uno de los artistas indígenas más talentosos y cuyo talento no es reconocido por el simple hecho de que un mito sin pies ni cabeza es más útil para la iglesia católica.
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