No faltarán quienes digan que la religión no es la causante de todos los males del mundo, y que aun sin esta habría bastante sufrimiento e injusticia. En parte puedo estar de acuerdo; sin embargo, es imposible negar que cuando se trata de realizar actos de odio impensables para cualquiera en sus cabales, alguien motivado por sus creencias es mucho más proclive a hacerlo.
Recuerdo que en una de las primeras clases de ciencias políticas que tomé, el profesor explicó algo sobre la diplomacia y la negociación, y es que esta consiste en darle al otro algo que pueda desear o necesitar. Pero este tipo de negociación solo sucede con aquellos con cierto aprecio por su vida y por lo que tienen. No sirve para aquellos que están dispuestos a morir, generalmente al estar convencidos de que luego de la muerte les espera algo mejor, sin importar que no puedan comprobarlo.
Por más políticamente incorrecto que suene, los musulmanes son campeones en hacer eso. Podemos quejarnos de los cristianos todo lo que queramos, pero difícilmente veremos uno en una misión suicida, mientras que al menos una vez al mes tenemos noticias de algún atentado suicida, generalmente contra Israel, el cual por cierto me es indiferente. Si se lo tiene merecido o no es un debate al cual no he entrado de lleno.
Es ese el objetivo de la religión; convencerte de que lo que hay en este mundo no se compara a lo que Dios te pueda dar en el próximo, siempre y cuando hagas lo que este quiere (siempre a través de sus ministros, claro está). Y por más que los creyentes centristas y liberales traten de negarlo, una vez que alguien se traga de lleno el cuento que le vendan, puede estar dispuesto a hacer cualquier cosa, siempre con una sonrisa en los labios y sabiendo que lo que hace es en honor a Dios.
Y es así como empiezan los atentados tipo 9/11. Puede que la religión no sea la causante de todos los males el mundo, pero trabaja excelentemente para convencer que Dios quiere que se haga tal o cual cosa.
A todo esto, además de las demostraciones de humanidad para con las víctimas del atentado, otro de los aspectos (quizás el más antipático) sea el espectáculo de los conspiranoicos predicando que todo es un plan de la CIA, guiado por los iluminatis y los reptilianos. Sin importar cuanto se demuestre una y otra vez la veracidad de los reportes que corroboran la versión oficial (la cual, según los adictos a la conspiranoia, siempre busca engañarnos), el atractivo de verse como una víctima es mucho más fuerte que el de la realidad.
Es interesante que en Latinoamérica la idea de que el atentado del 9/11 haya sido un trabajo interno está mucho más esparcida que en USA, donde creer algo así está al nivel de creer que Obama es kenyano, o que HAARP ocasiona desastres naturales, o que hay aliens en la base del area 51. En este caso, el ver a USA como un gigante malévolo que es la causa de todos los males en el mundo facilita mucho el predisponerse a pensar que todo es una conspiración de la CIA/los illuminatis/los reptilianos.
Michael Shermer, editor de la revista Skeptic hace un excelente recuento de las características de las conspiranoias. Y no se queda corto y califica a los conspiranoicos como una manada de mentirosos cuyo razonamiento, Shermer explica va mas o menos así:
Si no puedo explicar cada detalle de los eventos de aquel trágico 11 de septiembre del 2001, la falta de conocimiento, en su mente al menos, es igual a una prueba directa de que el 9/11 fue orquestrado por Bush, Cheney, Rumsfield y la CIA para implementar su plan para la dominación mundial y un Nuevo Orden Mundial.
Lo cual es muy parecido al argumento de ignorancia de los creacionistas: Si no se puede explicar algo, entonces eso es una prueba de que Dios lo hizo. En este caso, de que el gobierno de USA lo hizo.
Y tampoco faltan quienes, en su espíritu juvenil anarco-inmaduro, dicen con gran autosuficiencia que USA se merecía el ataque. Como si las personas que estaban ese día en lo que hoy es Ground Zero hubiesen sido culpables directos de todo lo que ha hecho USA como superpotencia.
En fin, este día va a servir para recordar a los que murieron hace 10 años, pero sería bueno recordar que este atentado y otros similares no serían posibles de no ser por las promesas de una vida mejor después de la muerte y los favores de un dios que al fin y al cabo, no existe.
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