Si Dios no existe:
- Al creyente no le pasa nada
- Al ateo no le pasa nada
Si Dios existe
- El creyente se va al cielo
- El ateo se va al infierno
La apuesta de Pascal, como comúnmente se le llama a este razonamiento pretende asustar y coaccionar a la gente para que crea en un Dios, así sea solo por el miedo de irse al infierno, lo cual suena bastante hipócrita, pero no es nada fuera de lo normal cuando se trata de evangelizar.
Algo interesante de la apuesta de Pascal es que generalmente cuando te la recitan, se hace como si hubiera una posibilidad igual de que Dios exista o de que no, y entonces uno debe guiarse por los supuestos beneficios que cada uno de los escenarios supondría. Pero las probabilidades están bastante lejos de ser 50/50.
Empecemos pues concediendo eso. Digamos que hay un 50% de probabilidades de que un Dios exista y un 50% de que no.
Ahora consideremos la posibilidad de que este Dios no sea un Dios intervencionista, es decir, no se mezcle con los asuntos de los seres humanos. Total, no existe ninguna prueba de intervenciones divinas más que ilusiones que la gente ve cuando quiere ver. Digamos que la posibilidad de eso sea la mitad de probabilidades dentro de la probabilidad de que un Dios exista. Es decir, ¼ de las probabilidades.
Ahora viene lo bueno. Consideremos todos los dioses a quienes se les ha elevado una oración esperando su intervención, una señal o una simple “conversación”. Elijamos un número conservador, digamos, 10,000 dioses.
Una incompleta lista de los dioses en los que se ha creído en algún momento
Ahora pues, multipliquemos la probabilidad de que dios exista (1/2), la de que este sea un Dios intervencionista (1/2 x 1/2) y la de que este sea, digamos el dios cristiano (1/2 x 1/2 x 1/10000). Por lo tanto, la probabilidad de que el dios cristiano sea el dios verdadero va siendo más o menos de 1/40000.
Pero aun no hemos acabado. El cristianismo tiene variadas y distintas denominaciones que van desde los Católicos hasta los mormones, pasando por los Testigos de Jehová y los evangélicos. Y sabemos bastante bien que los católicos pueden ser unos adoradores de imágenes, o los evangélicos unas ovejas en piel de cordero, dependiendo a quien le preguntemos. Consideremos unas 20 denominaciones dentro del cristianismo por lo que tendremos: 1/40,000 x 1/20, es decir 1/800,000.
Por lo tanto, a aquel primo evangélico que te dice que es mejor creer “por si acaso” para no ir al infierno, o a la tía supernumeraria que trata de salvar tu alma cada que te ve, recuérdale que la posibilidad de que su Dios sea el verdadero Dios es alrededor de una en 800,000.
Por supuesto, el día en que Dios baje de los cielos, o envía a su hijo y multiplique panes y diga “tal o cual es mi iglesia legida” entonces seré el primero en postrarme de rodillas ante Su presencia. Pero hasta entonces es más seguro y sensato reconocer lo improbable que es la existencia de ese Dios intervencionista y al cual representa un grupo de los miles que existen en la Tierra. Hasta entonces, esos grupos no pasan de ser charlatanes sobrevalorados.
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