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Tuesday, January 8, 2013

La fe en Les Miserables

Dado que me enfocaba en un tema totalmente aparte en el post anterior, no llegué a mencionar el fuerte contexto cristiano en torno al cual la obra sucede la obra y el cual no me incomoda en lo absoluto. Jean Valjean se convierte en un hombre nuevo gracias al perdón del Monseñor Bienvenu quien, con los dos candelabros que le entrega “compra su alma para Dios”, y es este el motor que guía las acciones de Jean Valjean entonces en adelante. Otro buen ejemplo de ello es cuando Valjean debate el revelarse como tal para salvar a un hombre erróneamente acusado de ser él, y al ver el crucifijo cae en la cuenta de lo mal que haría al simplemente dejar que encarcelen a un inocente.



Por otro lado, la descripción que se da sobre las religiosas que conducen el convento en el cual Valjean y Cosette se esconden por ocho años no es muy halagadora tampoco. Se las muestra como fanáticas que anteponen la devoción a todo, incluso a la familia de las alumnas, haciendo de esta más que un alimento de vida, un peso que deben cargar amargamente. “Estas monjas no son vivaces y alegres” dice Victor Hugo, “sino tristes y taciturnas”.

Más aun, la representación que se hace de Los Amigos del ABC y de la causa revolucionaria deja bien en claro que el cristianismo al cual se hace apología en el libro no pretende ser aquel cancer que busca subyugar a todo y a todos. Al contrario, una imagen tan positiva de los revolucionarios nos hace ver una búsqueda de un mundo mejor con un tono bastante secular, búsqueda en la cual entra Valjean con sus propias motivaciones, siempre buenas y cristianamente dirigidas, pero sin afectar el desarrollo de esta.

[SPOILER] Terminar de leer el libro lo deja a uno con una melancolía tremenda al ver a Valjean morir, aún luego de que Cosette y Marius reconozcan todo lo que hizo en su vida. Es un final triste y emotivo, que no podía ser un final de cuento de hadas en el que el abuelo vivía para ver a sus nietos y ser feliz finalmente con su familia (aunque no voy a negar que me habría gustado ver ese final). Sin embargo, en el musical vemos a Fantine recoger a Jean Valjean y llevarlo a donde las almas van luego de morir. Emotivo también, puesto que el reconocimiento que Valjean recibe si bien no es de Cosette y Marius, viene de aquella a quien le hizo la promesa de cuidar a Cosette, Fantine. Y junto a Fantine lo esperan todos aquellos que murieron luchando contra las tristes circunstancias que los rodearon. Enjolras, Courfeyrac, Gavroche y Eponine están ahí cantando, “Do you hear the people sing, singing the song of angry men…” Me habría gustado ver a Javert ahí también para reconciliarse con Valjean. Todos se reunen en el “afterlife”, que, a pesar de ser una idea de la cual no tenemos prueba alguna, ciertamente es agradable.

Algo parecido me sucedió con el final de Lost. No faltó el amigo al cual el final le pareció una propaganda cristiana tremenda y que arruinó mucho de las expectativas que tenía. Para mí no fue así; yo creo que entendí el final  dentro del universo de Lost y de las motivaciones y sentimientos de los personajes y si bien no fue el mejor final de serie que haya visto, me dejó con una sensación de cierre que me bastó para poder avanzar.

Quien lee Les Miserables se verá a cada rato enfrentado con la fe que mueve las acciones de Jean Valjean, así como el recuerdo del Monseñor Bienvenu (quien es realmente el que pone en marcha todo lo que sucede en la obra). Podría decirse que es una alegoría a que es necesaria una intervención divina para que todo el bien del que es capaz la humanidad pueda llegar a concretarse. Pero aun si fuera así, Les Miserables no deja de ser una gran obra, muy por encima de sus encarnaciones en pantalla grande o en las tablas. Que represente el cristianismo bajo una buena luz no le quita realmente nada, más aun si consideramos el tiempo y el lugar en que fue escrita.

Un caso similar tenemos en Jules de Pulp Fiction, otro personaje muy entrañable de la película, el cual no llega a caer antipático a pesar de estar convencido de que Dios mismo bajó del cielo a salvarles la vida a él y a Vincent. Jules puede hablar de Dios, estar convencido de que lo que le sucedió fue una intervención divina y aún así verlo salir del restaurante con la pistola en sus shorts nos hace querer aplaudirlo.

En fin, he ahí una obra que incluye la fe humana en lo divino dentro de su narrativa sin que esto la haga criticable. Y sabiendo esto, podemos usarlo para recordarnos que la presencia del elemento divino en una persona no es necesariamente un detrimento a su personalidad o calidad como tal. Podemos estar en total desacuerdo, podemos considerar esas creencias como un cuento de hadas, pero eso no quita que podamos sentarnos en un restaurante a conversar amigablemente mientras comemos un cebichito. Por supuesto, eso no significa dejar de criticar lo criticable o dejar de establecer una línea entre lo real y lo irreal.

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"Que esté permitido a cada uno pensar como quiera; pero que nunca le esté permitido perjudicar por su manera de pensar" Barón D'Holbach
"Let everyone be permitted to think as he pleases; but never let him be permitted to injure others for their manner of thinking" Barón D'Holbach