“Ya no le debes nada a estas personas. Les has dado todo”
“No todo. Aún no”
Hace unos días fui a ver el musical de Les Miserables, el cual es uno de mis libros favoritos. A pesar del temor de que me fuera a decepcionar como lo hizo la película con Uma Thurman, tengo que admitir que estuvo muy bien hecha, al punto de ser el tipo de película que compraré apenas salga (no bajada de internet, no copiada de otro CD, no comprada de segunda mano). La interpretación de los números musicales fue excelente y me encantó el ver a mi adorada Eponine ser representada tan fielmente.
"On my own..."
Eponine es mi personaje favorito, pero comparte ese espacio junto a aquel en torno a quien gira la historia: Jean Valjean. Valjean (y no me refiero necesariamente al interpretado por Hugh Jackaman) es el hombre que personifica la historia de redención al punto de convertirse en un ser nuevo que está dispuesto a entregar su vida por quienes ama. Decirlo así se escucha bastante simple, pero para quien haya leído el libro y caminado a través de los tortuosos pensamientos que llevan a Valjean a convertirse en tal persona, sabrá que no fue un proceso fácil y que al final merecería la felicidad completa. Dicho sea de paso, la película grafica muy bien ese sentimiento y creo que lo deja bien satisfecho.
Una de las última películas que fui a ver al cine antes de Les Miserables fue Batman, The Dark Knight Rises. Está de más decir que Batman cuenta con una fanaticada tremenda, parte de al cual no creo ser, aunque he de admitir que la película me gustó bastante, más que The Avengers. (CUIDADO: Si no han visto la película de Batman, deténganse aquí pues voy a contar el final). El diálogo del inicio de este post apareció en el trailer y nos hace pensar hasta qué punto Batman va a llegar esta vez para salvar Gotham City. Ese punto llega cuando Batman aparentemente se inmola al llevarse una bomba nuclear lejos de la ciudad para salvar a la gente a costa de su propia vida (aunque luego vemos que en realidad no murió y anda recorriendo el mundo con Catwoman). El verlo subir a su avión con la idea de que es un viaje del cual no piensa regresar es quizás el momento más emotivo de la película. Y es quizás por cosas como esas, por extremos como esos a los que una persona está dispuesta a llegar por el bien de otros, que Batman se convierte en un personaje tan entrañable.
¿A dónde voy con todo esto? Que tanto a Batman como a Jean Valjean se les puede decir que no le deben nada más a la gente, que ya lo han dado todo. Y ellos nos responderán que aún no lo han hecho, para luego irse a hacer algo tremendamente loable. Otro buen ejemplo de esta actitud es Goku, a quien tantas veces vimos morirse y revivir para salvar la Tierra de distintos monstruos. Y si bien puede sonar como algo tremendamente frívolo e incomparable ante un personaje que tiene décadas de existencia en la cultura popular (como Batman) o a un personaje literario tan completo (como Valjean) el principio que los hace entrañables es el mismo: Son las personas que dan hasta la vida por quienes aman.
Ahora, supongamos que se nos dice que Goku, o Bruce Wayne, o Jean Valjean realmente existen. Supongamos que hay muchos quienes lo creen cierto. Supongamos que se nos dice que son seres tan increíbles que pueden escuchar no solo nuestras palabras, sino también nuestros pensamientos, e incluso ayudarnos. La admiración que podemos tenerles hará que queramos expresar a diestra y siniestra nuestra lo que sentimos hacia ellos, así como nuestra gratitud por todo lo que han hecho. Eso mismo se hace con Jesucristo, en quien tenemos un personaje de leyenda con las mejores características que podemos atribuirle a un ser humano y damos rienda suelta a nuestro deseo de hacerlo alguien especial y, valga la redundancia, endiosarlo. Se nos deja todo el camino libre para poder apagar esa parte del cerebro que nos dice “No es lógico que una persona así exista” y poder no solo caminar, sino correr hacia ese estado en que uno se llega a creer que tal cosa es cierta y no hay nada fuera de la realidad en ello. Y es que aún a esta alturas es muy fácil el dejarse llevar por la corriente y ser uno más de los borregos que se tragan el cuento completo.
Me habría gustado estar ahí, al final de los días de Jean Valjean y no dejarlo morir sin decirle cuan admirable, y cuantas grandes cosas logró para tantas personas. Puedo leer Les Miserables 20 veces, puedo ir a ver la película otras 20 y no dejar de derramar un par de lágrimas al final. Pero lo que no puedo hacer, por más que me guste y por más que tenga ganas de hacerlo y por más hermoso que sea, es pretender que esa maravillosa fantasía es realidad.
No, no existen. Por más que queramos.
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