Carl Sagan es una de esas personas que necesitaría de muchos largos párrafos para ilustrar su grandeza e importancia, no solo a mi generación, o a la comunidad científica, sino a la humanidad en general. Carl Sagan era un científico, un astrónomo, un activista (si cabe el término ) por la búsqueda de vida inteligente fuera de la tierra, y un escritor. Pero creo que más importante que todo eso es que fue un popularizador de la ciencia, alguien que no solo se esforzaba por obtener conocimiento y quedárselo para él en su laboratorio y simplemente sacarlo a relucir en alguna publicación científica. Sagan se esforzó por hacer ese conocimiento disponible e interesante pare todos. Creo que el valor de la vida de Carl Sagan para toda la humanidad reside allí. Su búsqueda de la verdad, basada en hechos científicos hizo posible que mucha gente con hambre de conocimiento pudiera saber un poco más sobre nuestro universo, nuestro planeta y sobre nosotros mismos. Carl Sagan sabía.
Cuando vi este video quedé fascinado. Tal vez la música de fondo haya ayudado, pero creo que el efecto hubiese sido el mismo de haberlo leído en lugar de oído. Ese “Punto Azul Pálido” somos nosotros. Pequeños, insignificantes, sin importante, comparados con la amplio y vasto del universo. El reconocer eso, en la forma clara y segura en que Sagan lo hace, es demostrar un perfecto ejemplo de humildad muy raramente vista. Es humildad pura el reconocer lo pequeños que somos en comparación con el universo que nos rodea. Sagan sabía eso.
Siendo el genio que Sagan era, él reconocía nuestros orígenes, ese grupo de moléculas que, luego de 4 mil millones de años de evolución, llegó a convertirse en nosotros. Sagan hizo eco de aquello que la ciencia nos había revelado sobre nuestro pasado, y lo puso en su serie Cosmos, para darle a la humanidad una idea real simple del lugar de dónde venimos. Aun así, existen quienes creen que nuestro planeta no tiene más de 10,000 años, y la humanidad no más de 6000. Estas personas por lo general argumentan que venimos del dios judeo-cristiano, que somos sus hijos y que la tierra y el universo fueron creados para nosotros. En otras palabras, arrogancia pura y dura. Sagan sabía más.
Aun así, Carl Sagan presentó lo que sabía con claridad y de una forma mucho menos confrontativa que muchos escritores ateos lo hacen hoy en día. Me agrada el tono confrontacional de Richard Dawkins, Christopher Hitchens, Sam Harris y Michael Shermer. Peor tengo que admitir que admiro la tranquilidad y elegancia en las palabras de Carl Sagan.
“Algunas personas creen que dios es un hombre blanco con barba que se sienta en algún lado en el cielo, que se ocupa hasta de la caída de las plumas de un cuervo. Otros, por ejemplo Baruch Spinoza y Albert Einstein, consideraban a dios esencialmente la suma de las leyes físicas que describen el universo. Yo no he visto ninguna evidencia definitiva de la existencia de patriarcas antropomorfos que controlan el destina humano desde algún punto en el cielo, pero sería una locura el negar la existencia de las leyes físicas.
Sagan no sabía de la existencia de un ser sobrenatural que afectase nuestras vidas. Pero sabía sobre las leyes físicas, leyes que controlan nuestro universo y nuestras vidas. Aun así, Sagan no se definía a sí mismo como un ateo, sino como un agnóstico:
“Un ateo tiene que saber más de lo que yo sé”
Yo no digo saber más que Sagan. No creo que llegue a ese nivel. Pero creo que puedo llamarme un agnóstico con orgullo y alegría al saber que el camino que sigo es el mismo camino que Carl Sagan caminó y preparó para que nosotros caminásemos hoy, mañana y siempre.
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