Justo antes de comenzar el partido vi al arquero del equipo peruano arrodillado y rezando. Los comentaristas han de haberse dado cuenta y soltaron algunos comentarios sobre Dios también (la verdad estaba más preocupado por el virus que mi computadora tenía). Pero mientras probaba distintos anti spywares me quedé pensando en lo frívolo, inútil y arrogante que es rezar en un momento como ese.
Peruanos y mexicanos, así como la gran mayoría de latinoamericanos son bastante religiosos por lo que voy a asumir que el portero de la selección mexicana también es cristiano y ha de haber levantado una plegaria antes de empezar el partido. Asímismo es muy posible que el resto de los jugadores hayan hecho algo similar. Es así que si existe un Dios que de verdad escucha las plegarias (como se nos ha repetido hasta el cansancio) tiene a 22 personas orando, pero solo puede atender los pedidos de la mitad de ellos, pues tiene que elegir entre un equipo y otro.
¿Tienen esto en cuenta los jugadores? O mejor dicho ¿tienen esto en cuenta todos aquellas que rezan por un resultado que significa el que otra persona se quede sin aquello por lo que también ha orado fervorosamente? El cuento que se nos quiere vender, que la oración funciona o que siquiera sirve de algo no es más que una estafa que se adecúa a la forma de ver de la persona que generalmente sale ganando.
Es más, si tomamos en cuenta que Dios supuestamente tiene un plan para todos nosotros, y que al ser omnisapiente sabe de antemano qué es lo que va a suceder ¿tiene algún sentido rezarle? Cualquiera sea el resultado, Dios supuestamente ya lo sabe, pero la arrogancia del creyente le hace pensar que con pedir algo fervorosamente el resultado será tal como el demandante pide. ¿No sería acaso más sensato el jugar lo mejor que se pueda y atenerse al resultado, pues es lo que dispone su Dios? ¿Para qué rezar?
La respuesta puede ser, porque es popular. Los jugadores de futbol, así como sus hinchas en general, no se caracterizan por ser personas de gran intelectualidad (aunque hay excepciones, claro está). Pero el grueso de estos hinchas son muchas veces gente que así como se apasiona por un deporte, se apasiona por las demostraciones de fe. Y qué mejor que un jugador que hace una demostración de fe frente a todo el mundo, muy a pesar que Mateo 6:5 dice:
Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.
Hipócritas pues, de los mismos labios de su adorado Jesucristo. En verdad, si tanto se llenan la boca de oraciones y alabanzas, pero no pueden seguir un mandato tan simple ¿qué respeto pueden pedir ante sus dichosas creencias?
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