La medicina natural es uno de las pseudociencias más veneradas, por muchas razones, aunque a final de cuentas todas ellas falaces. Que son prácticas milenarias. Que son naturales y no químicas. Que no son parte de los imperios farmacéuticos. Que no causan adicción. En general, excusas para seguirse aferrando a costumbres milenarias a pesar de que la ciencia nos da una mejor alternativa y nos demuestra la falsedad tras esta.
Tumbado en el pasto dorado de la sabana abierta, un rinoceronte negro yace sobre su lado. Su cabeza está rodeada por un halo de sangre seca. Los cuernos del animal han sido cortados con una sierra desde la raíz. Sus ojos han sido arrancados. “Eso es nuevo” nota Rusty Hustler, el manager del South Africa’s North West Parks and Tourism Board, cuyo trabajo incluye monitorear el creciente número de rinocerontes amenazados que son cazados por sus partes. “Los Vietnamitas han empezado a guardar los ojos para medicinas”
Este es uno de los problemas de la medicina “tradicional”, pero que en realidad encierra otro más grande. Cualquier médico certificado puede confirmar que los ojos de un rinoceronte (o sus cuernos, o cualquier parte de su cuerpo) no funcionan como medicina. Sin embargo, para los practicantes de este tipo de fraudes que suponen un negocio redondo, especialmente para con los más ignorantes, los ojos de rinoceronte, o cualquiera que sea el animal o parte en cuestión, no dejarán de ser necesarios dentro de la “medicina tradicional”. Y cuando alguien tozudamente pregunta "¿Cual es el problema?" el problema es que las consecuencias negativas sobrepasan con creces los supuestos beneficios que estas charlatanerías pudieran traer.
Ya hace unos meses escribí sobre las tradiciones y sobre el poco respeto que les tengo, debido a que pretenden alzarse por encima de la razón basada en el conocimiento científico disponible hoy en día. Se pretende que lo antiguo y milenario sea “una alternativa” como si los conocimientos de hace miles de años pudieran compararse a los actuales. Una tradición puede ser hasta cierto punto simpática, pero cuando implica la salud y teniendo en juego la vida de otro o la preservación de una especie se convierte en un fraude que hay que señalar y criticar.
Tal vez uno de los argumentos más usados por los charlatanes y quienes creen en estos es que "La ciencia no es la única forma de conocer lo que está a nuestro alrededor". La ciencia es la mejor herramienta para hacerlo, y cualquier otro método es por lo general parcializado o basado en ideas milenarias que hoy en día han sido rebatidas. Puede que el método científico no sea perfecto, ya sea por las limitaciones tecnológicas que tenemos hoy en día (aunque ya mucho se ha avanzado en los últimos 100 años) o por los intereses dentro de la misma. Sin embargo, su forma de operar lleva un mecanismo de autocorrección integrado que nos permite mejorar nuestros métodos y aumentar nuestro conocimiento a medida que conocemos más.
Otro problema que se suma a los ya mencionados es el multiculturalismo que trata a practicamente todo lo venga de fuera con un aura de misticismo, de costumbre, de “cultura” que es necesario preservar a pesar que tales costumbres sean lo más retrógradas o insensatas que se hayan visto. Un fraude es un fraude, sin importar cuantos años tengan de existencia o cual sea su nacionalidad. No porque las medicinas orientales sean orientales o no hayan cambiado en miles de años son más eficaces que las que tenemos hoy en día. Si así como los liberales criticasen al cristianismo (lo cual es excelente) criticasen a las “culturas” que pretenden hacer pasar sus charlatanerías como costumbres intocables, otro sería el panorama.
Para terminar, como dije anteriormente, este blog se centra en lo que es religión, pero mantiene un interés en combatir las charlatanerías. Y quienes hacen tal cosa de una manera excelente son Mauricio Jose Schwarz en El Retorno de los Charlatanes y Ezequiel del Bianco en Proyecto Sandía.
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