Hoy publiqué en mi Facebook unas fotos de un intercambio de regalos donde yo recibía "The End of Faith" de Sam Harris y "God is not Great" de Christopher Hitchens. Como era de esperarse, se armó un debate, donde participó el amigo creyente con el que protagonizamos esta conversacion. Hasta ahí nada fuera de lo normal.
El asunto viene cuando un contacto de este amigo me envía una solicitud de amistad. Y encima me manda un privado con un "Dios te Bendiga". Yo sé debí haberla dejado ahí, pero me picaron los dedos por responder. Esto fue lo que salió:

El tipo habla como si me conociera. Y ni siquiera es algo general tipo "los ateos son así o asá". No. El tipo jura que me conoce, que sabe como pienso y en lo que creo. Yo no creo que esta conchudez sea infaltable entre los creyentes, pero aparentemente se encuentra en aquellos que se dan el trabajo de escribirle a una persona en particular.
Tal vez haya sido un tanto facilista sacar la Russell's Teapot, pero en ese momento pensaba dejarlo ahí nomás, en el inbox. El tipo tiene un serio caso de confundir la realidad con su mundo fantástico en el cual solo existe (o deja de existir) lo que a este se le pega la gana, o mejor dicho, lo que lo hace feliz. Pero el mundo no trabaja así, los planetas existen, nos guste o no. Y le guste o disguste a alguien, Dios no tiene cabida cuando de hechos se tratan.
Como dicen, "hay de todo en la viña del...". Bueno, si a este amigo la fe le da para pensar que no existe Marte, no es mi roche. Después me dirá que es solo "un ejemplo", pero considerando las cosas que creen los cristianos devotos, quién sabe.
Y bueno, aquí viene el punto final
Tal vez se arme una interesante discusión en los comentarios. Tal vez no. Pero no hay duda que el tomarse el trabajo de escribirle a alguien personalmente, solamente para "evangelizar", definitivamente da que pensar.