Había un cuervo que vivía en una ciudad, y al que le gustaba sentarse en un alto árbol y observar lo que pasaba alrededor. Un día notó que en una azotea había un perro que se pasaba allí casi todo el día. El cuervo notó que su dueño del pobre animal salía todos los días por las mañanas y dejaba al perro en la azotea, a menudo sin comida, sin agua y sufriendo el terrible frío o ardiente calor de la temporada.
Lo que más le llamó la atención al cuervo es que cuando el hombre regresaba y dejaba al perro entrar a la casa, el animal se alegraba y le hacía fiestas, se sentaba a sus pies y le lamía las manos y la cara.
Un día en que el cuervo no pudo resistir su curiosidad, bajó de su árbol y se acercó al can, quien, para variar, se encontraba en la azotea, sufriendo de un calor tremendo.“Hola perro” dijo el ave “siempre te veo en esta azotea, casi siempre con hambre, sed, calor o frío. ¿No te cansa estar así, sufriendo?”
El perro lo miró y respondió “Lo sé, es muy difícil soportar esto. Pero no todo es malo. A veces mi amo me deja comida y no tengo hambre. Y al final siempre me deja entrar. Mi amo es muy bueno” dijo, mostrando una sonrisa al pensar en su amo
“¿Pero no has considerado que es tu amo el que te deja sin comer y por él pasas hambre?” preguntó nuevamente el cuervo.
El perro respondió “Mi amo es bueno y debe saber cuando alimentarme y cuando no”
“Yo siempre te veo con hambre desde mi árbol” dijo el cuervo, señalando su rama favorita “y casi siempre te veo hurgando en los rincones o tratando de cazar insectos para comer. Obviamente tienes hambre y tu amo no se entera de eso”
“Yo creo que sí sabe” dijo el perro, siempre sonriente. "Mi amo sabe siempre de dónde sacar comida para mí. Él sabe casi todo. Mi amo es bueno”
“Entonces, si lo sabe ¿por qué te deja sufrir? Es más, ¿si sabe casi todo, por qué te deja aquí cuando tienes calor o frío? ¿Por qué te deja sufrir? Y más aun” añadió “¿por qué sigues pensando que es bueno y te ama, cuando obviamente no se preocupa lo suficiente por ti?”
Al perro se le borró la sonrisa por un momento. Algo parecía haber resonado en su cerebro de perro. Sin embargo, pensó en el alimento que recibía luego de estar hambriento todo el día, y en la mullida cama que le esperaba luego de descansar en el duro suelo, que podía calentarse o enfriarse dependiendo de la estación. Entonces no dudó en decir, nuevamente con la sonrisa y sin hacer caso al razonamiento del ave.
“El amo es bueno”
El cuervo se exasperó. Sin decir más, levantó el vuelo y regresó a su rama. Miró nuevamente al perro, quien pasaba las horas entre tratar de cobijarse del calor, perseguir insectos y mirar a la puerta cada vez que oía un ruido, pensando que era su amo quien venía a ayudarlo. Sintió lástima y rabia a la vez. No podía concebir como un animal aparentemente sano pudiera idolatrar a un ser que le aliviaba los males que este mismo le causaba.
“Pobre, pobre y torpe perro. Tal vez sea feliz, pero no deja de ser patético. Por mi parte, prefiero ser yo el hacedor de mis logros y mis penas. Mi comida y mi resguardo me los consigo yo. Si sufro es por mi voluntad propia. Si disfruto también. No necesito de un amo al cual idolatrar”
Y dicho esto, levantó el vuelo, en busca de sus logros o penas.
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Monday, October 18, 2010
La Fábula del Cuervo y el Perro
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Español,
No creyentes
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"Que esté permitido a cada uno pensar como quiera; pero que nunca le esté permitido perjudicar por su manera de pensar" Barón D'Holbach
"Let everyone be permitted to think as he pleases; but never let him be permitted to injure others for their manner of thinking" Barón D'Holbach